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Artículo de opinión - EMILIO PEÑA, VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA DE QUIMACOVA

Artículo de opinión - EMILIO PEÑA, VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA DE QUIMACOVA
Artículo de opinión de nuestro vocal de Junta Directiva, Emilio Peña, “La química y la vida”

Sabemos que la química está en todo. La materia está compuesta de elementos químicos, incluida la materia viva y la vida es la máxima expresión de la química en toda su complejidad. Cuando la física descubrió que la materia está compuesta por átomos, y que lo átomos están formados por un núcleo de protones, neutrones y unos electrones que orbitan a su alrededor, comenzó la química, la ciencia que estudia la materia y sus transformaciones.

Los átomos pueden compartir o ceder electrones a otros átomos, formando moléculas. Con ayuda de la termodinámica se pudieron estudiar y controlar las reacciones químicas entre las moléculas para formar otros compuestos. Así surgió la industria química.

La química comenzó a desarrollarse como ciencia a comienzos del siglo XIX. En 1869 el químico ruso Mendeléiev ordenó los elementos químicos conocidos en su época en función de su número atómico, es decir, el número de protones, y los agrupó en una serie de columnas y familias de características similares. La tabla periódica. La tabla que construyó Mendeléiev tenía 63 elementos, hoy tiene 118, cuyo último descubierto fue en 2016, lo que da una idea del desarrollo que ha tenido esta ciencia. Por tanto, el trabajo de Mendeleiev facilitó un crecimiento entonces inimaginable de la química.

Pero, vayamos a la química de la vida. Desde la biología, y estamos por lo tanto en un enfoque solo materialista, se define a la vida como la capacidad de nacer, respirar, desarrollarse, procrear, evolucionar y morir. Para todo ello hacen falta intercambios de materia y energía; al comer transformamos los alimentos en energía y en otras sustancias como proteínas, grasas, vitaminas y oligoelementos. La respiración aporta el oxígeno para fabricar la energía que necesitamos para vivir. Las enzimas, proteínas muy complejas, catalizan muchas de estas reacciones en nuestro organismo. En definitiva, reacciones químicas.

Los elementos químicos presentes en los seres vivos son fundamentalmente carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno que forman hidratos de carbono, ácidos nucleicos para construir el ADN y proteínas formadas por cadenas de aminoácidos. Las funciones vitales están reguladas por enzimas.

También hay otros elementos, en pequeñas cantidades, oligoelementos, como el hierro, el manganeso, el cromo, el yodo, el litio, etc. No son más de catorce en casi todos los seres vivos. El organismo inmediatamente detecta la falta o el exceso de alguno de ellos, provocando enfermedades como la anemia, inflamaciones de las glándulas tiroides, debilitamiento del sistema inmunitario, bipolaridad y muchas otras. En fin, sin química no existiríamos.

Por la química se conocen hoy muchos procesos de la vida a nivel molecular. Esto supone un avance enorme. El conocimiento de estas estructuras y el desarrollo en los dos últimos siglos de los procesos de síntesis han permitido obtener nuevas moléculas como las sulfamidas, los antibióticos, los analgésicos y muchos otros medicamentos que han ayudado a alargar la esperanza de vida; a comienzos del siglo XIX era de 45 años y en estos momentos en la mayoría de los países fácilmente se superan los 80 años.

Esta ciencia ha enseñado a sintetizar en el laboratorio moléculas muy complejas que luego se han llevado a la industria química, a la farmacéutica, a la biotecnología y a la agricultura. Un caso que da una idea de la complejidad de estos descubrimientos es que Fleming descubrió en 1928 la actividad antibacteriana de un hongo de la familia de los Penicillium, pero hasta principios de los años cuarenta no se logró caracterizar la molécula y producirla sintéticamente.

Por otra parte, gracias a la biotecnología, se obtienen biocatalizadores que sustituyen a reactivos químicos tradicionales que hacen innecesarias condiciones extremas de presión y temperatura, generan menos residuos tóxicos y se alinean con la química verde.

La industria química en la Comunidad Valenciana, junto con empresas de biotecnología, está aportando sus conocimientos e inversiones en centros de investigación, universidades y empresas que trabajan en el desarrollo de nuevas moléculas más benéficas para el medio ambiente y que son aplicables en la agricultura, la farmacia y la alimentación.

Quimacova y la Universidad Politécnica, en enero de este año, organizaron una jornada sobre ecoinnovación en el sector químico, donde se vio la pujanza de esta industria y sus enfoques innovadores. El año pasado, en la Comunidad Valenciana las empresas de bioquímica y biotecnología invirtieron más de 250 millones de euros. Desde Quimacova, como institución que agrupa a la mayoría de las industrias químicas de la Comunidad Valenciana, se hace una amplia labor de formación, en la que ocupa un lugar preeminente el cuidado del medio ambiente y el impulso al I+D+i.