La exportación de la producción valenciana está frenada por las restricciones de la UE en el uso de pesticidas. (Fuente: LAS PROVINCIAS)
La exportación valenciana de plantas aromáticas y condimentarias se ha visto frenada bruscamente a raíz de las normativas europeas conocidas en el sector como de "residuo cero", que imponen la exigencia de que no quede en ellas resto alguno de productos fitosanitarios utilizados para combatir las plagas.
El cultivo de este tipo de plantas ha ido creciendo en el campo valenciano durante los últimos años como alternativa viable a las producciones clásicas. Ha sido una evolución constante: parte de la horticultura comestible ha ido cambiando a la ornamental conforme ha crecido la competencia de otras zonas en hortalizas de primor. El cambio, además, ha sido relativamente fácil dada la profesionalidad de los labradores valencianos para producir artículos que precisan mucho esmero.
Las ventas de este tipo de plantas, muy demandadas en países del centro y del norte de Europa, se orientan mayoritariamente a la decoración. Aunque en muchos casos pueden utilizarse para infusiones, condimentos culinarios u otros usos alimentarios, tienen una finalidad preferentemente ornamental, se venden por unidades y raramente hay un consumo de sus hojas o flores.
Sin embargo, las estrictas normas europeas en materia de residuos establecen que las plantas de romero, salvia, tomillo, poleo, menta, etc., no deben contener ningún resto de plaguicidas, por si en algún caso se emplean para algo más que un simple ornato en jardines o en el interior de las casas, que es la finalidad primordial que se les da en países donde escasean los días soleados y existe una verdadera devoción por rodearse de flores y matas verdes que aporten colorido, aromas y vitalidad mediterránea.
Se trata de un verdadero problema para los horticultores valencianos que se han especializado en los últimos años en estos cultivos, porque han visto cortarse una prometedora línea comercial cuando se configuraba como una sólida realidad, con más de dos millones de plantas exportadas al año. Y la solución no es sencilla, porque el uso comercial exige que cada planta tenga una presencia perfecta, sin ataques de insectos.
Vicente Peris Alcayde, secretario de la Asociación Profesional de Flores y Plantas, ha explicado que la dificultad estriba en que cualquier sustancia química empleada contra plagas, que en otros cultivos puede tener una persistencia de pocos días hasta disiparse, en las plantas aromáticas se manifiesta de otra forma, perdura meses, porque los aceites esenciales que tienen absorben dichos productos e impiden su rápida degradación. La única salida viable consistiría en hallar alternativas eficaces para combatir los insectos que atacan estos cultivos sin emplear los insecticidas clásicos. Pero para ello hace falta que se investigue en la búsqueda de productos que resulten inocuos para el ser humano y para los depredadores naturales de los parásitos .
Es decir, que hace falta desarrollar una nueva tecnología de cultivo compatible con las nuevas reglas, lo que exige colaboración oficial. Los productores de plantas tienen un plan, pero hacen falta más de 300.000 euros para financiarlo, y esperan el apoyo de la Generalitat.