El cloro (Cl) es uno de los elementos químicos más comunes utilizados para eliminar microorganismos que puedan infectar nuestra agua. Todos los productos clorados, al reaccionar con el agua, producen ácido hipocloroso (HClO), la forma activa del cloro y el cual le da el poder desinfectante al producto.
Los productos clorados son las sustancias utilizadas con mayor frecuencia en el tratamiento químico del agua para la eliminación de microorganismos patógenos y garantizar la ausencia de todo germen infeccioso (bacteria o virus), gracias a su inocuidad y facilidad para el control de sus niveles.
Todos ellos, como hemos indicado, producen ácido hipocloroso (HClO) al reaccionar con el agua, el cual es un ácido débil que se disocia a hipoclorito, ClO-, en el agua según un equilibrio condicionado por el valor del pH.
La suma de estas 2 formas constituye lo que se llama el cloro libre, la forma de cloro con mayor poder desinfectante ya que corresponde, fundamentalmente, a la presencia de ácido hipocloroso.
En las aguas con un pH alto, la mayor parte del ácido hipocloroso (cloro activo) se convierte en ión hipoclorito (cloro potencial), una forma de cloro con muy bajo poder desinfectante.
Por último, el cloro combinado es el resultado de la combinación del cloro con el amoniaco y materia orgánica nitrogenada que contiene el agua y, con ello, la suma del cloro libre y el cloro combinado constituye el cloro total.
La principal ventaja de los productos clorados es su bajo coste y su amplio rango de actuación frente a los microorganismos. Son eficaces a baja temperatura y, generalmente, no tienen actividad residual.
Su principal desventaja es su inestabilidad frente a las condiciones ambientales (luz y calor) y en presencia de materia orgánica.
Por estos motivos, este tipo de productos son los más utilizados en multitud de actividades como desinfectante.