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Artículo de opinión - MARÍA SANZ MUÑOZ, VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA DE QUIMACOVA

Artículo de opinión - MARÍA SANZ MUÑOZ, VOCAL DE LA JUNTA DIRECTIVA DE QUIMACOVA
Artículo de opinión de nuestra vocal de Junta Directiva, María Sanz Muñoz, "La “sostenibilidad” de las PYMES"

Dirigir una PYME española en la industria manufacturera en 2025 en el entorno actual, es un ejercicio constante; de resistencia y adaptación. Como copropietaria de una empresa familiar de adhesivos y selladores en la Comunidad Valenciana, veo con preocupación los retos que enfrentamos las PYMES industriales, pero también las oportunidades que se nos presentan nos ofrecen la posibilidad de mejorar y evolucionar. Nos encontramos en un momento en el que la supervivencia empresarial no solo depende de la calidad de nuestros productos, sino también de nuestra capacidad de innovación y adaptación constante, la optimización de procesos y recursos, y la habilidad para cumplir forzosamente con una burocracia cada vez más exigente.

Uno de los principales desafíos es el encarecimiento de las materias primas y la energía, que sigue golpeando con fuerza a la industria manufacturera. A pesar de los intentos de estabilización en los precios del gas y la electricidad tras la crisis energética de 2022-2023, la volatilidad sigue dificultando las previsiones económicas y la planificación financiera. La dependencia de materias primas importadas, muchas de ellas afectadas por tensiones geopolíticas y restricciones ambientales, eleva los costes y reduce nuestros márgenes de maniobra. Esa dinámica nos obliga a ajustar constantemente las estrategias de compra y producción para mantener la competitividad, sin trasladar todo el impacto al cliente.

A este panorama se suma una presión regulatoria, que cada año añade nuevas exigencias en materia medioambiental y de sostenibilidad. La industria de los adhesivos y selladores está sometida a estrictos controles sobre compuestos químicos, emisiones y reciclabilidad, lo que nos obliga a reformular productos e invertir en tecnologías más limpias. Compartimos el compromiso con la transición ecológica, pero la carga regulatoria es desproporcionada para las PYMES, que no cuentan con los mismos recursos que las grandes multinacionales para afrontar estos cambios. Necesitamos incentivos fiscales y mecanismos de apoyo real para que la sostenibilidad no se convierta en un lastre económico, sino en una ventaja competitiva. Hay que hacer sostenible la sostenibilidad.

Además, la competencia con gigantes del sector y fabricantes asiáticos sigue intensificándose. Las grandes empresas, cuentan con economías de escala que les permiten reducir costes y presionar los precios del mercado, mientras que los productos de origen asiático, a pesar de la mejora en los controles de calidad, siguen dominando por su agresiva estrategia de precios. En este contexto, la diferenciación se convierte en nuestra mejor arma: valor añadido, calidad, servicio personalizado y tiempos de entrega rápidos, son factores en los que las PYMES podemos destacar.

No obstante, en 2025 se ha sumado un nuevo desafío que afecta directamente a nuestra rentabilidad: la subida salarial del convenio colectivo de la Industria Química. Este acuerdo ha establecido un incremento salarial que, si bien responde a la necesidad de mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores en un contexto de inflación persistente, también supone un esfuerzo considerable para las PYMES del sector. No ponemos en duda la importancia de garantizar condiciones laborales dignas y salarios justos, pero la realidad es que muchas empresas estamos al límite en cuanto a costes operativos.

Para muchas PYMES, el aumento del coste laboral, unido al encarecimiento de materias primas y energía, nos deja con pocas opciones: o repercutimos estos costes en el precio final, perdiendo competitividad frente a grandes fabricantes y productos de importación, o reducimos márgenes, lo que compromete la viabilidad a medio plazo. Es imprescindible que estas subidas salariales vayan acompañadas de medidas que alivien la presión sobre las pequeñas y medianas empresas españolas: incentivos a la contratación, reducciones en las cotizaciones o bonificaciones fiscales que permitan equilibrar el impacto.

Por otro lado, la digitalización y la automatización también marcan la diferencia, pero aquí nos encontramos con otro obstáculo: la falta de financiación y formación específica. Muchas PYMES estamos dando pasos hacia la Industria 4.0, pero el proceso es costoso y no siempre contamos con los recursos necesarios. La inversión en software de gestión avanzada, robots para la producción o plataformas de venta online puede suponer un esfuerzo inasumible si no existe un respaldo claro por parte de las administraciones.

Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, el sector sigue demostrando su capacidad de adaptación. Apostamos por la innovación en productos más sostenibles, la diversificación de mercados, la internacionalización y la colaboración con otras empresas del sector para ganar fuerza. Nuestra flexibilidad, nuestra cercanía con los clientes y nuestra capacidad de reacción rápida nos permiten competir en un entorno cada vez más desafiante.

Lo que necesitamos ahora es un apoyo real y decidido a la industria local. Menos trabas burocráticas, más incentivos a la inversión en innovación y digitalización, y una política industrial que proteja la fabricación en nuestro España. No pedimos privilegios, sino condiciones justas para seguir generando empleo, riqueza y futuro en la Comunidad Valenciana. Porque si las PYMES industriales caen, lo hará también el tejido productivo que sostiene a miles de familias y empresas en nuestra región. Por una PYME “sostenible”.